La dama del vestido rojo
El testimonio 'gráfico' de la lucha contra el cáncer de Beth Whaanga
Su nombre es Beth Whaanga. Es australiana. Tiene 32 años y no solo es bella, también es fuerte. Hace poco (el sábado 8 de febrero) perdió más de 100 amigos en el Facebook ¿Por qué? Esta es la respuesta: publicó un álbum titulado “Under the red dress”, con 6 fotografías de las cicatrices que la lucha contra el cáncer ha dejado en su cuerpo.
No puedo negarlo, las imágenes fueron impactantes para mí. Creo que la razón es sencilla. Vivimos en un mundo que constantemente 'nos carga' de imágenes y cosas carentes de contenido, trivializando casi todo; y si del cuerpo se trata, sea masculino o femenino, lo que finalmente uno termina aprendiendo es que lo más importante es en realidad lo que menos importa. Lo que más importa, difícilmente está al alcance de tus ojos o cualesquiera de tus otros sentidos. "Lo esencial es invisible a los ojos" decía el Principito.
Creo que eso ha contribuido también a que la mayoría de las personas, frente a cosas tan reales como el aumento del cáncer, recientemente anunciado por la OMS, consciente o inconscientemente, ponga la mirada siempre en el lado opuesto, reduciendo al máximo -casi hasta desaparecer- nuestra capacidad de deliberar, realmente, para decidir "bien" sobre nuestra salud en las cosas que hacemos, que no hacemos, que comemos, etc.
Saber lo que existe debajo de ese vestido rojo, ver sus cicatrices -como lo dice la propia protagonista-, nos devuelve a nosotros mismos, porque si bien las personas parecen la mayoría de veces normales,siempre, bajo sus ropas, “sus cuerpos cuentan una historia diferente”. El propósito de esta muestra que muchos pueden calificar de desalmada, dice en su facebook, es “mostrar a los demás los efectos del cáncer”, y que, seas viejo o joven, la edad no importa, el auto-examen es vital.
Las fotografías de la dama de vestido rojo, capturadas por el lente de Nadia Masot, nos presentan una realidad a la que la mayoría le pone el perfil.
El cáncer, no es el enemigo, sino la indiferencia de quien tiene la posibilidad de hacer algo, la ignorancia que puede que no se haga nada, o simplemente –en quien puede padecerlo o ya lo sufre- el poco cuidado de la salud y, principalmente, el temor a enfrentarlo.